La Playa X

Por fin llegamos a la playa, tras incontables “No estoy segura” “Pero porqué te gusta eso?” “Pero qué vergüenza” al fin, ella había accedido a ir a una playa nudista.
Yo estaba tan nervioso que hasta el estómago se me retorcía. Pensar en desnudarme, en ver y ser visto, era algo que me aceleraba el ritmo con solo imaginarlo. Sabía que ella seguía recelosa, y aunque su “sólo haré topless” había sonado definitivo, estaba seguro que al menos lograría que se desnudara por completo.
Tenía que elegir una ubicación propicia para ello, y estando la zona de acceso a la playa algo saturada, decidí, con su aparente beneplácito, alejarme hacia una zona más tranquila. Mientras caminamos cruzamos varias parejas completamente desnudas y otras donde la mujer hacía topless, ella solo murmuraba un “están todos desnudos…” mientras las parejas nos seguían con ese curioso contraste donde estar vestidos resulta ser lo que llama la atención. Tras llegar a un punto donde la pareja más cercana estaba a una distancia considerable, tendimos las toallas y llegó el momento de la verdad. Ella, casi ya con humor, me soltó: -“Anda venga, quédate ya en pelotas como tantas ganas tienes” -“Y tú? No te animas?? Aquí no nos ve nadie” -“Tú ya me tienes muy vista, no hace falta que me desnude aquí” -“Pero me da morbo ver ese cuerpazo desnudo al aire libre” (Risas)-“Pues guárdate el morbo para cuando lleguemos al hotel”
Yo ya no aguantaba y me quité el bañador, sinceramente, pensaba que iba a tener una erección salvaje que hiciera que ella se encendiera, pero aparte de un poco de contoneo, todo seguía en su sitio. Ella me clavaba los ojos con una sonrisa y eso, de cierta forma, me dio también morbo. -“Ahora tú venga, las tetas al aire!” -“Que tonto eres” y sin mucha dilación dejo sus tetas brillar bajo el sol que las acariciaba con delicia. Nos bañamos, nos reímos, y disfrutamos del mar y la arena, pero yo seguía ardiendo por más, yo quería que pasara alguna pareja o alguna chica, la pareja en la distancia podría ver que yo estaba desnudo, pero era demasiado lejos como para disfrutar de esas miradas. Entonces, en la distancia, una figura, que pronto me percaté como femenina se acercaba hacia nosotros, para mi tristeza parecía llevar bañador, pero igualmente quería que al menos ella me viera.
Hacia un poco de viento, así que le dije a mi chica que iba a coger algunas piedras para sujetar las toallas. Me puse de espaldas para aparentar que no me percataba de la proximidad de la chica, y cuando por el rabillo del ojo vi que estaba lo suficientemente cerca, me di la vuelta, dejando que me viera entero. Ella me sonrió y yo le devolví la sonrisa, me cruzó y siguió su camino. Entre una mezcla de emoción y decepción, volví a la toalla donde mi chica me sonreía como si le divirtiera aquello. -“Te ha visto el pito!” Y un estallido de risa. La verdad es que aquello terminó de matar mi subidón, menuda mierda de día nudista! Cuando ya me había renegado a que aquel día solo iban a haber risas y burlas, otras figuras asomaron en la distancia. Una pareja, parando y caminando como si tantearan el terreno. Tras el total desinterés de la primera chica, yo había perdido un poco la esperanza pero la curiosidad me dejó pendientes de ellos. Poco a poco se fueron acercando, y tras pasar a una distancia de nosotros, parecía que hablaron algo y se sentaron a una distancia donde las vistas me permitirían disfrutar si se animaban a desnudarse. Al igual que nosotros, montaron su fortín y empezaron el ritual de quitar las molestas capas de ropa. Yo estaba absolutamente expectante de la chica, estaba rogando que al menos hiciera como mínimo topless igual que la mía.
Curiosamente ella iba mucho más rápido, él parecía estar más receloso y miraba de vez en cuando hacia nosotros, como dubitativo. Entonces ella llegó a su bikini y sin pensárselo se quitó la parte de arriba y la tiró sobre la toalla. Aún estaba asimilando aquellas tetas que se estaban grabando en mi retina cuando, de espaldas a mí, se bajó la parte de abajo, con las piernas sutilmente abiertas y dejándome ver un espectáculo que aún tengo grabado en mi memoria.
Tiró la tela sobre la toalla y me miró, directamente, con una sonrisa de una forma fugaz y se fue hacia el agua. Mi corazón estaba que no cabía en mi pecho. Acaso se acaba de asegurar que la estaba mirando??? Acaso se lo había quitado de esa manera para asegurarse de que le viera todo??? La boca se me secó ante todas las fantasías que empezaron a arder en mi mente. Mi chica, que tomaba el sol con los ojos cerrados era ajena a toda la locura que ahora se desataba dentro de mí. Entonces la situación se volvió aún más incrédula, el chico ya se había quedado en bañador y empezó a seguirla, pero ella se lo recriminó, él se paró, otra vez dubitativo, y me miró, yo hice como que me rascaba para disimular mi absoluta concentración en todo lo que hacían. Entonces ante la insistencia de ella, él se quitó el bañador y la siguió. La verdad es que me dio un poco de rabia, la suya era notablemente mayor que la mía, pero, aquella situación me hacía enloquecer. Parecía ser ella la que llevaba toda la iniciativa en desnudarse y aquella mirada parecía exclamar un morbo similar al que yo sentía. Respiré profundamente y pensé que solo eran fantasías mías. Pronto volvieron a la toalla para secarse, ella tenía una tira de pelo bastante ancha que hacía que la visión de su entrepierna en la distancia resultara aún más excitante. Yo ya empezaba a notar la sangre fluyendo ante mi desbordante imaginación. Durante un buen rato no pasó nada, solo hablaban y de vez en cuando ella miraba en nuestra dirección, yo intentaba por todos los medios que me viera lo mejor posible, pero a veces me sentía absurdo ya que solo eran miradas sutiles
. Entonces cambió todo. Ella empezó a reír y a juguetear con él. Yo estaba expectante de sus movimientos, solo deseaba que perdieran la noción de nuestra presencia y poder disfrutar de aquello que tanto ansiaba. Ella empezó a besarlo a él, al principio en juegos y poco a poco, hasta que ya le dio un morreo que hizo que sintiera como mi pene empezaba a deslizarse sobre mi muslo a causa del aumento de su peso. Ella le besaba como si fueran adolescentes que por fin han encontrado un momento para desatarse. Entonces ella, sin más, llevó su mano hasta la entrepierna de su chico y empezó a masturbarlo. El chico la paró y me miró, como avisándola de algo, pero ella parecía decir como que daba igual o que no nos hiciera caso y empezó a hacerle una paja a la que el chico pronto se rindió. Le besaba y lo masturbaba mientras aquel falo de carne crecía y se doblaba de placer. Yo estaba atónito, mi pene empezaba a crecer de inmediato, era salvaje, como si de repente abrieran las compuertas y desataran todo mi deseo de golpe.
Mi corazón bombeaba con tanta potencia que estaba helado ante la situación. Ella, sin ningún tapujo, se llevó la mano a su entrepierna y tras lubricar sus dedos con sus propios fluidos, volvió a masturbar aquel pene que estaba recibiendo toda la atención de aquel delirio sexual. -“Será guarros!” Di un respingo ante aquella alarma que sonó a mi espalda. -“Están follando ahí mismo???” Mi chica miraba el espectáculo con incredulidad. Al principio me aterró que su enfado se transformara en una retirada de la playa, pero, no sé, algo, en su mirada, su mirada fija, me dejó entrever una chispa en sus ojos de reproche. “Y tú mirando???” Me dijo con aún más reproche. -“No te da morbo???” le supliqué yo. -“Ahí donde todos los ven????” y entonces vi como sus ojos se abrieron “y ahora se la chupa???” Me gire de inmediato, la chica se estaba tragando aquella polla entera, sin reparos, su espalda se arqueaba como si estuviera lista para que otro macho la penetrara desde detrás, y entonces, aún sin tiempo para asimilar aquella situación vi como me miró, a mí, fijamente. Ella clavó sus ojos en mí, miró mi polla que ya apuntaba al cielo, cerró los ojos y me volvió a mirar fijamente. Yo estaba fuera de mí, quería aparentar tenerlo todo bajo control, pero la voz se me entrecortaba. -“Vamos a follar” dije sin pensarlo -“Pero qué dices??” respondió ella sin dejar de mirar el espectáculo. -“Al menos déjame besarte, como cuando estamos paseando” Unos instantes, pero su mirada volvió a desvelarme algo que no me esperaba. -“Pero solo besar…” Yo me lancé sobre ella, fue primario, y salvaje y arrollador. Fue animal y liberador. La besé como creo que nunca la había besado. Las lenguas luchaban y aunque la mía llevaba la iniciativa, la suya pronto empezó a desatarse. Mi polla se frotaba contra su entrepierna, aún bajo la protección del bikini. Entonces empecé a meter mi mano por dentro de su bikini. -“Solo un bes…” Antes de que se pudiera quejar, mi dedo había surcado ya sobre su clitoris y ahora se deslizaba con caricias entre sus labios. Ella soltaba pequeños gemidos. Quería quitárselo y follarmela como un animal, pero mi maldad brotó como una oscuridad que salía desde los deseos más viles y jugué mi carta a una apuesta aún mayor. -“Has visto la polla que tiene?” le susurré Ella solo giró su cabeza para mirarla, como si luchara con un deseo en su interior. -“Te gustaría comérsela…?” -“Qué dices??” la pregunta fue un sobresalto, una especie de retorno a la chica que había entrado en la playa a regañadientes. -“No te gustaría sentarte sobre su polla?” yo seguía firme en mi apuesta. -“Qué quieres?? Que me vea el coño??” su pregunta me chocó, porque era como un deseo oculto en una acusación. -“…sí, quiero que ese chico te vea tu coño” le dije como una orden. Ella se levantó aparentemente enfadada y se llevó las manos a la cintura. -“No! Espera!! Ábrete las piernas y bájate el bikini de espaldas, y quédate agachada con el bikini en las rodillas” pude sentir, en esa misma frase, como se abría una brecha en esa actitud de recatada que había tenido, como si la hembra salvaje que llevaba dentro hubiera encontrado una grieta por la que filtrarse. Me miró muy seriamente y abrió las piernas, entonces bajó su bikini hasta sus rodillas, dejando a mi vista ese coño adornado con una pequeña tira de pelo perfectamente dibujada. Se quedó agachada contemplando a la pareja a través de su entrepierna desnuda, levantó la cabeza, y por primera vez en nuestra relación, con un tono de lujuria me preguntó: -“Así?” -“Perfecto, ahora tócate el coño” Su respiración se entrecortó, sin dejar de mirarme fijamente. Mi vista fue más allá y pude ver a la pareja, el chico miraba con los ojos fuera de sí, y la chica erguida sujetaba la polla en una mano pero ahora toda su atención estaba en el coño de mi chica. -“Y quiero que te toques como si estuvieras preparando tu coño para la polla de ese chico” le dije como una orden en la que solo quería que su cuerpo obedeciera. Ella se llevó los dedos de una mano a su entrepierna y empezó a acariciarse. No aguantó mucho hasta que la otra mano tuvo que bajar sobre la toalla para evitar caerse. Acariciaba su coño como si viera porno en privado en su habitación. La otra pareja estaba completamente enganchada a la masturbación que ocurría a pocos metros de ellos. -“Ahora quiero que mires fijamente al chico y te chupes los dedos mojados de tu coño” un sutil gemido brotó de su boca ante la imagen que acababa de dibujar en su mente. Sin pensarlo, sacó sus dedos y clavando sus ojos en aquel chico, viéndolo a través del espacio bajo su palpitante coño, se los metió en la boca con un gemido de perra en celo. El chico soltó un resoplido como si fuera un caballo y su polla se tensó en las mano de su chica. Esta, miró la polla que ahora se endurecía en su mano y decidió abrir sus piernas en nuestra dirección y empezó a masturbarse. Yo ya no podía más y me puse delante de mi chica, le quité el bikini y empecé a comerle el coño. Estaba tan húmedo que sus muslos estaban empapados. Mi lengua bajaba hasta ellos y subía recogiendo todo ese nectar hasta llegar a su coño, donde lo recogía y lo succionaba. Ella solo gemía y me cogía los pelos con fuerza. Mi lengua ya no buscaba su placer, si no el mío, quería saciarme de ese coño, quería que sintiera mi lengua desatada, quería que se corriera sobre ella para poder lamer su orgasmo. No tardó en ceder a sus impulsos y pude saborear mi triunfo. Pasé mi lengua lamiendo todos los fluidos que brotaban como si se hubiera roto por dentro y no pudiera dejar de lubricar. Pero quería más: -“Ponte a cuatro patas” Ella se agachó y se quedó dándome de espaldas. -“Como si fueras una puta a la que he contratado para follarme en la playa” ella cerró los ojos y arqueó su espalda dejándome ver como su ano se abría. Sin pensarlo puse mi lengua sobre su coño y fui subiendo, abriendo cada vez más mi lengua, hasta llegar a su ano, donde fui mucho más despacio, dejando que sintiera como mi lengua cubría todo su orificio. Que sintiera como mis papilas gustativas se aferraban a saborear aquel agujero de una forma lasciva y lujuriosa. Podia escuchar cómo gemía y como los dedos de sus pies se doblaban ante el paso de mi lengua, primero lentamente, pero luego con más reiteración. Besándole aquella zona prohibida e introduciendo mi lengua lo más profundo posible, que sintiera como me follaba su ano con mi boca. Miré a la otra pareja y ahora la chica estaba sentada sobre la boca del chico y le masturbaba mientras él le comía el coño. La chica parecía haber estado esperando a que le prestara atención, pues casi de inmediato empezó a soltarme lengüetazos como si me la estuviera chupando. Yo le respondí poniéndome al lado del ano expuesto de mi chica y metiendo mi dedo corazón hasta el fondo de este, ante un audible gemido de ella, y luego llevándomelo a la boca. Tras chuparlo la señalé a ella, con un “esto te lo quiero hacer a ti”. Ella asintió y luego con la mano que tenía libre hizo el gesto de coger una polla, lamerla y luego metérsela en la boca, tras lo cual me señaló a mí y clavó sus ojos en mi polla. Aquello era demencial, ni mi chica ni su chico sabían de estos mensajes tan soeces que nos estábamos mandando. Ya no aguantaba más, le di la vuelta a mi chica, me puse sobre ella y tras un “Te voy a follar!” empecé a penetrarla con todas mis ganas. Era absolutamente animal, como si fuera un macho cuyo único propósito es inseminar a su hembra. Ella gemía con todas sus fuerzas, abría y cerraba los ojos. Le cogí del pelo y la empecé a embestir con rabia hasta que le susurré: -“Quiero que le mires la polla a aquel chico y te imagines que te está follando” Ella ya no podía más, sus ojos se cerraron y un gemido y varios espasmos dejaron claro que todo mi plan había surtido efecto. La pareja ya follaba igual que nosotros, pero con ella cabalgando y gimiendo con la misma intensidad. Yo no aguantaba más y me puse en pie y le dije: -“Chúpamela como una perra!” Ella se la tragó entera y empezó a comerse mi polla con todas sus ganas, yo miraba a la pareja, la chica pareció decirle algo al chico y se pusieron en nuestra misma posición, con la única excepción que la chica miraba en nuestra dirección y yo en la suya. Nos mirábamos como si el sexo fuera entre nosotros dos. Yo ya no aguantaba y le dije a mi chica: -“Quiero correrme en tu cara” A lo que ella sacó mi polla de su boca y empezó a masturbarla sobre su cara, entre gemidos y palabrotas, solté todo mi semen sobre su rostro. Era de una cantidad desproporcionada, caía por su cara como si hubiera explotado. La otra chica hizo exactamente lo mismo. Me senté para recuperarme mientras miraba como mi chica se intentaba limpiar la cara en una especie de vergonzoso silencio. -“Vete y lávate anda” Ella se levantó y se fue a la orilla. La otra chico aprovechó para hacer lo mismo. En la orilla parecían hablar y a los pocos minutos mi chica volvió. -“Qué te dijo?” -“Que les ha encantado, que mañana vuelven…” -“Y mañana qué quieres hacer?” Ella me miró con esa mirada que empezaba a hacerse normal en sus ojos. -“Pues volver…”
Thor
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